domingo, 1 de febrero de 2009


-Cuento infantil- Serie de tres cuentos-
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EL DIBUJO DE KOKI


El cuento que voy a contaros me lo contó alguien que cuenta cuentos, y no se si es falso o cierto, pero como me lo contó, os lo cuento.

Mina había cumplido seis años, era rubita, de pelo largo, ni muy alta ni bajita. No es que fuera muy guapa pero tenía la carita más bondadosa que os podéis imaginar. Simpática y cariñosa como ninguna otra nena del barrio. Siempre estaba contenta. Todo le parecía bien, todo lo encontraba bonito y creía que todos sus amiguitos y vecinos eran los mejores del mundo. Hasta a don Cosme que siempre refunfuñaba, le tenía mucho afecto porque la dejaba subir a un coche viejo y abandonado que guardaba en su patio.

Le gustaban enormemente los animalitos y no entendía como algunos de ellos pueden regañar, por ejemplo, el perro y el gato, o el gato y el ratón. Ella tenía a Koli y a Loki, un perrito y un gatito que se llevaban muy bien. Eran buenos amigos y siempre jugueteaban juntos. Alguna que otra vez Loki, como era perro le hacía pequeñas perrerías a Koli, como acostarse en su camita simulando dormir, o lanzar junto a su oreja un fuerte ladrido cuando Koli estaba tan dormidito, pero éste no se enfadaba sabiendo bien que sólo era para divertirse.

Mina también era una niña sumamente aplicada y en el colegio siempre estaba entre las primeras de su clase. Pero sobre todo, lo que hacía muy bien, muy bien era dibujar. En esa habilidad ganaba todos los concursos y se llevaba todos los premios. La gente decía al ver sus dibujos -¡cuanto sabe esta niña! ¡Oh, que preciosos dibujos!

Los hacía tan bien, tan bien, que parecían figuras de verdad. Por ejemplo, dibujaba un pato y cuando cerraba el cuaderno, si se lo acercaba al oído se oía - cua... cua... cua...- y si era un gato -miau... miau... miau... - y si era un coche se ecuchaba la bocina, y si era una vaca, -muuu... muuuu...- y asi, todo.

Un día cuando se entretenía con su afición favorita, y como siempre, Loki y Koli a su lado les dijo.

- ¿Os gustaría conocer a Koki?

Loki y Koli movieron ambos las colitas y miraron a Mina con ojos de interrogación porque no sabían quien podría ser y la niña que les entendía muy bien les explicó

- ¡Ah, ya! Que no sabéis quien es. Pues un ratoncito que me acabo de inventar.

Y acto seguido empezó a dibujarlo a tamaño natural, con su bigotito y los dientes largos de ratoncito, el pelo blanco y la colita ondulante. Le dibujó unos ojos grandes, brillantes y negros, y los mofletes regordetes dando la impresión de ser un ratoncito muy glotón.

Cuando lo hubo terminado parecía tan real que Loki, el perrito, intentó con sus patitas sacarlo del cuaderno de dibujo mientras que Koli como era gato le miró con cierta desconfianza. - Os presento a Koki - dijo Mina mostrándoles el dibujo- a lo mejor un día tenemos uno como él y jugará con nosotros. Son muy divertidos, corren a pasitos cortos y no hacen daño a nadie. Parecen conejitos pequeñines. Y lo que más les gusta es el queso.

- ¡Guau, guau! - Dijo Loki.

- ¡Miau, miau! -Dijo Koli.

A juzgar por el movimiento de sus colitas y los saltos que daban, los dos querían decir que estaban contentos de conocer a Koki. Si le hubieran mirado en ese momento se habrían apercibido de que los pelos del bigote se le habían movido a causa de una sonrisa. Cuando Mina cerró el cuaderno, como acontecía otras veces con sus dibujos, pareció que se escuchaba en este caso el gritito de Koki.- Iiii… iii… iiiiii...

Pasaron unos días y todo seguía igual que siempre. El cole, los juegos, sus amigos, Loki y Koli. Y también Koki, al que saludaban cuando miraban el cuaderno de dibujo. Pero extrañamente le veían cada vez más gordinflón sin acertar a comprenderlo hasta que esa tarde Mina oyó decir a su mamá -Me parece que hay ratones en casa porque encuentro el queso mordisqueado, roído desde hace unos días ¡qué raro! Pondré una ratonera haber si le pillamos. Y dirigiéndose a ella le dijo.

-Mina, esto es una ratonera, un aparato que tiene un mecanismo para cazar ratones y no debes tocarlo porque te haría daño en los dedos si se dispara- y le mostró lo que era y como funcionaba.

-Si, mamá, pero si pilla al ratón le dolerá mucho. ¿Por qué no le dejamos? ¿Son malos?
Preguntó queriendo evitar que pudiera lastimarlo.

-Mina. ¡Que horror! ¡Un ratón en casa! –respondió su mamá a la que le asustaban mucho los ratones.

Enseguida fue a ver el dibujo de Koki. Temía que como era tan real se hubiera convertido en un ratón de verdad, y allí estaba. En la misma postura que lo dibujó pero ciertamente más gordito. Cerró el cuaderno y esa noche se durmió pensando si su ratoncito se escapaba del cuaderno para ir a comer queso.

Al día siguiente, se levantó antes que nadie y fue corriendo a la cocina donde su mamá colocó la ratonera temiendo lo peor. En efecto, en ella había caído un ratoncito. Era blanco como Koki, los pelos del bigote largos como los suyos, los dientecillos afilados y la misma colita, pero claro, eso no era posible. Koki sólo era un dibujo y por otra parte todos los ratoncitos son casi iguales.

La trampa le había aprisionado el rabito y debía dolerle mucho porque se quejaba y tenía los ojos llenos de lágrimas de tanto llorar. Miró a Mina temblando de miedo. Si hubiera sabido hablar le habría pedido perdón por robar el queso pero únicamente podía emitir pequeños grititos -¡Iiii..., Iiii..., Iiii...!

¿Sabeis que hizo Mina? Fue corriendo al botiquín, cogió lo necesario para curarle la herida, lo liberó de la ratonera tomando todas las precauciones y cuidados y vendó la colita justo en el momento de oír que sus papás se levantaban.

Tuvo el tiempo justo de volver a su cama con el ratoncito, pero con las prisas y por no lastimarlo no lo llevaba bien sujeto y, en un descuido, brincó de sus manos y escapó más deprisa que corriendo.

Tampoco le importó mucho porqué ¿qué hubiera hecho con él? ¿Donde esconderlo? Tampoco quería tenerlo a escondidas de su mamá y con el miedo que a ella le daban los ratones no lo hubiera permitido. Total, ya se encontraba satisfecha y contenta de haberlo liberado de la ratonera, ¡se parecía tanto a Koli...! Se lo contaría a Loki y a Koli.

Por la tarde, cuando volvió del cole lo primero que hizo fue precisamente eso, reunirse con su perrito y su gatito para contarles la aventura de la mañana.

-Mirad -dijo tomando una vez más el cuaderno de dibujo- era igual, igual que Kaki -y al mostrar el dibujo a sus amiguitos ¿a que no sabéis que vio?

Que Koki tenía la colita vendada sin que ella la hubiera dibujado. Ni que decir tiene que allí había un misterio, y por si acaso, a partir de entonces siempre le tuvo dibujado junto al ratoncito, un hermoso queso de Burgos.

Y como así me lo contaron, así os lo cuento, y… colorin colorado, el cuento se ha acabado ¿Os ha gustado? Pues otro día os contaré… ¡más cosas de Koki!

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3e premi diada de St. Jordi 1.998
Sant Feliu de Llobregat (Barcelona)

C. Serra Ramos




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