Los siete dioses de la buena suerteCon los ojos en el cielo ando las veredas hollando a cada paso un punto de inflexión en mi Destino. No hay opción en el siguiente para evadir el rango que el azar otorga. Marioneta en manos de los dioses, sorteo a tientas barrizales o me hundo en la ciénaga si eludo los abrojos. Y qué pocos los huecos vacíos de infortunio; un acertijo es, calzar el pie donde Afrodita dejó su huella, o pisaron los Siete Dioses de la Buena Suerte.
Mas, nunca cede la esperanza y doy por muerto lo vivido, extraigo de reveses la experiencia para cambiar a un golpe de timón, la derrota sobre el mar de mis errores. Sean otros los confines, otro el horizonte donde la ilusión se mantenga como una luz que alumbre la existencia.
Se ha de saber que el mundo es una rueca girando sin cesar; que volverá el invierno y tornará otra vez la primavera verdeando las ramas de los árboles; que todo se repite en el ciclo interminable del sistema porque nunca se paran los relojes, pero al hombre se le desgasta el mundo aunque nazca cada día a su futuro.
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