miércoles, 12 de agosto de 2009

El gran atasco



Las horas punta
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Sentado en un banco del amplio bulevar, Javier observa complacido el atasco de coches que inútilmente intentan circular por la gran avenida de entrada a la ciudad.

El ensordecedor sonido de los claxon hace más estresante la obligada espera; los conductores se apean para otear, hasta dónde, la larga caravana que ocupa los cuatro carriles de la avenida. Bajan las ventanillas para jurar y blasfemar con el conductor vecino y maldecir desde al Sr. Alcalde al Presidente del Gobierno. Por si fuera poco, un tramo más adelante –justo frente a donde se encuentra Javier presenciando el caos –un coche se halla detenido sin nadie en su interior dificultando aún más la circulación.

–Pobre gente, hasta es posible que alguno sufra un infarto, eso es peor a que se te apague la lámpara practicando la espeleología a cincuenta metros de profundidad.

Con estas reflexiones para sí, y expectante, enciende un cigarrillo dispuesto a esperar hasta ver que pasa.

Veinte minutos después la situación no ha cambiado, pero un coche de policía consigue llegar al lugar donde el vehículo, al parecer averiado, es el prncipal obstáculo. Presencia divertido cómo los más próximos gritan y gesticulan sin que los agentes se inmuten ni respondan. Mientras dos de ellos empujan el automóvil un tercero mueve el volante y pronto queda aparcado sobre el paseo del bulevar.

Luego, a fuerza de pitido y moviendo los brazos como aspas, en unos pocos minutos van logrando que el tráfico se descongestione y media hora más tarde la circulación vuelve a su normalidad.

El coche sigue aparcado sobre el paseo y Javier que terminó su segundo cigarrillo da por finalizado el pasatiempo, mira su reloj y se dirige al automóvil, levanta el limpiaparabrisas, recoge la denuncia y se introduce en su interior mientras piensa.

–Las diez treinta. Bueno, hice tarde a la oficina y como ya se puede circular me vuelvo a casa; mi psiquiatra lleva razón, nada mejor para el estres que no inmutarse.



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Carlos Serra

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Las horas putas diría yo..

Carlos Serra Ramos dijo...

Jajajaja, Jordim, se me escapó la risa con tu comentario, llevas toda la razón, "las horas putas"

Mi saludo, compa.

Carlos