domingo, 7 de agosto de 2011

Zapatito de cristal


Expresar los sentimientos, me preguntas. ¿Qué sentimientos? ¿Los que duelen y muerden el alma? ¿Aquellos que son manifestación de alegría? ¿Los pasados que abruman de nostalgia, o los que promueven las miserias del mundo en que vivimos? Además, es tan distante la valoración de un mismo sentimiento entre uno y otro ser, que temes caer en el ridículo al manifestar los tuyos.

Pocas veces nuestras emociones importan algo a quien no es parte interesada de las mismas y, aún así, porque alguien en un equívoco me llamó príncipe, dejo constancia del sentimiento que ese adjetivo puede despertarnos.

Porque en cierta ocasión me llamaron príncipe de sueños, de príncipes y princesas irá el cuento, que bueno será creer aún en la inocencia de Blancanieves, o la bondad de Cenicienta.

Los hay de sangre azul que despiertan admiración y envidia. Seres tocados por la varita mágica del Destino que los hizo hijos de reyes.

Otros, son aquellos soñados príncipes y princesas de los cuentos de hadas, personajes que despertaron la fantasía en la niñez.

Pero nunca han sido más importantes para el enamorado o enamorada, que los príncipes y princesas de sangre roja y caliente, título regio que se otorga solamente a quien se ama.
                                                        
*
Mi príncipe encantado, mi príncipe poeta. Princesa de mis noches y mis días. Príncipe tuyo, princesa mía. Príncipe él, ella princesa. Pero de roja sangre que llena el corazón y lo fustiga, lo alimenta y hace que palpite acelerado. Se desborda en la dicha que se ofrece a borbotones y morirías por él, o ella, por no perder sus besos.

Pero... ¡Ah! Cuándo la duda embarga el sentimiento, el corazón... ¡revienta! Se derrumba el principado, bombea la sangre con tal fuerza que retumban en las sienes mil tambores.

Desolación en el alma, angustia en la garganta, puertas de futuro que se cierran, hálito de vida que se escapa.

Y... sigue habiendo príncipe o princesa todavía. Que ya no es tuya.

Ilusión efímera, pasajera fugaz como eclosión de la fronda, que irrumpe en primavera y luce mil colores en sus flores y hojas tiernas, y a poco, ramas desnudas y alfombra cubriendo la dehesa con manto de hojas secas.

Zapatito de cristal que se adaptó al pie de Cenicienta, tan frágil era, que como cristal rompió emulando a la ilusión, y con él, el sueño que soñé de ser su príncipe, y ser ella mi princesa.
__________.__________

  

5 comentarios:

María dijo...

Hola, amigo Carlos:

Con este escrito me has hecho retroceder en el tiempo hasta mi niñez, donde los cuentos eran una parte importante porque parecían estar llenos de magia, y la verdad es que recuerdo el cuento de "Cenicienta" con mucho cariño, era uno de mis preferidos.

También es bonito seguir siendo niños desde nuestro interior, imaginar y no perder la ilusión ni la magia de los momentos.

¿Y por qué no imaginar ser protagonista de un cuento donde se es princesa o hada y que con la varita mágica convirtamos la vida en un mundo de paz, de amor, de sentimientos positivos, donde no exista el odio ni la guerra?

Es un placer leerte, amigo Carlos, gracias por compartir tus letras.

Un beso.

Calma en días de tormenta (Darilea) dijo...

Con el paso del tiempo, te das cuenta de que los cuentos, cuentos son y los principes y las princesas solo existen en el mágico mundo de la ilusión y de los niños.
Un besito
Pd: Pero no por eso se ha de dejar de soñar :)

Carlos Serra Ramos dijo...

Hola, amiga María:

Bueno, tampoco serán tantos, yo por mucho empeño que pusiera no creo que pasara a menos de treinta.

La Cenicienta y Blancanieves fueron dos cuentos que nunca se harán viejos, igual que Bambi.

Bien, estuve en un foro muchos años y casi me lo hicieron creer, por mis escritos, ilusiones y comentarios me empezaron a llamar Príncipe de Sueños, he de buscarme en Google con ese nombre a ver si me encuentro como tal.

Lo que dices en el último párrafo sí que es un sueño, querida. El sentimiento del hombre es ir por la vida dando codazos a diestra y siniestra para abrirse paso, qué tiste verdad?

Gracias por tu comentario, María, me ha parecido que charlábamos uno frente al otro en cualquier terraza ante un buen café. Me gusta conversar.

Te envío un beso con el mayor cariño (Que tu esposo no tenga celos porque va cargado de afecto)
.....................Carlos

Carlos Serra Ramos dijo...

Holaaaaaaaa, Oréadas:

Qué gusto verte en esta casita ¿Irás al último recital de la playa? es éste lunes 12, me gustaría verte.

Bueno, llevas razón, pero conozco a una tal Leticia que casó con un príncipe de verdad, y por lo que muestran se ven muy felices, ojalá lo sean para siempre.

Y nó, no perdamos la ilusión amiga mía, si no en la sangre real, la mantendremos en el amor que nos acompañe.

Me alegró mucho tu visita, Oréadas, te envío un beso a tus mejillas soplado al aire, querida amiga.
...............Carlos

Inma Diez dijo...

Me ha gustado mucho este "Zapatito de cristal", Carlos. Aunque pasado el tiempo, nos demos cuenta, que los cuentos son cosa de niños, siempre debemos dejar al niño que llevamos dentro y conservar las ilusiones.
Un abrazo!!!

Inma